martes, 21 de diciembre de 2010

"Haciendo penalistas". Entrevista a Alejandro Pérez Delgado (Profesor de la orientación penal de la materia Formación Profesional)

HACIENDO PENALISTAS

Pensamiento Penal entrevistó a Alejandro Pérez Delgado, profesor de la orientación penal de la materia Formación Profesional, en el Consultorio Jurídico Gratuito de la Facultad de Derecho de la UBA; nuestro entrevistado nos cuenta cómo se preparan los futuros operadores del Sistema Penal.

Por Jorge Benavídez

Colaboró Darío Florio[1]

Cada una de las 200 cátedras de distintas orientaciones, que la UBA tiene en el Consultorio Jurídico Gratuito de la Facultad de Derecho, funciona como un verdadero estudio de abogados; cada una de ellas alberga a un número de entre 10 y 30 alumnos y de 1 a 4 docentes.

Este es el famoso y terrible “práctico”, cuya duración es de un año y su aprobación es condición “sine qua non” para que los alumnos alcancen el preciado título de abogado; nada más lejos de aquello que “si atás una vaca en la puerta de la Facultad de Derecho, a la larga se recibe de abogada”.

Mientras vamos en busca de nuestro entrevistado, es un día normal en el octavo piso del Palacio de Tribunales en la Ciudad de Buenos Aires; muy temprano ya se respira una rara mezcla de angustias y ansiedades sazonada con aroma a carbón encendido, preludio del asadito que cocinarán los empleados de mantenimiento de Tribunales, en un ignoto lugar de la terraza del Palacio.

Por la angosta escalera que va desde el séptimo al octavo piso, trepan los reclamos de justicia de cientos de personas sin recursos para pagar los honorarios de un abogado; detrás de la puerta de entrada los espera un ejército de alumnos del último año de la carrera de Abogacía, que bajo la mirada atenta de sus docentes y con la presión de ser o no ser abogados ese año, se disponen a darle curso a los requerimientos jurídicos de los consultantes.

Entre todo ese paisaje rescatamos a Alejandro Pérez Delgado, que gentilmente accede a contarnos cómo “se hacen” los nuevos penalistas.

Pensamiento Penal: ¿Cuál es tu misión en la enseñanza de tus alumnos?

Alejandro Pérez Delgado: Mi misión tiene dos aristas esenciales: la social y la docente. Esto es, que una persona tenga un abogado cuando no pueda solventar económicamente un patrocinio particular y en esa asistencia se le enseña al alumno, que siempre es la principal cuestión. Lo que es en concreto la práctica, en mi caso penal, no es enseñar teoría, no es procesal, no es enseñar garantías y ni siquiera es clase de estrategia o táctica; sino que consiste en enseñar la realidad del Sistema. Por ejemplo, los alumnos con orientación penal, se llevan notables sorpresas cuando algunos docentes de las materias teóricas, que vieron en los primeros años de la carrera, conocidos o no, no importa, que se manifiestan profundamente garantistas en la Facultad, ahora pueden ver las resoluciones y las peticiones, sean fiscales, sean jueces; y no lo pueden creer, porque no aplican con el mismo entusiasmo lo que enseñan sobre los principios de derechos y garantías. Así que bueno, la función es esa, decirles, perfecto, ustedes estuvieron cinco años leyendo, uno no sabe hasta que no tiene las dos aristas, como decían los griegos: “saber es conocer y saber hacer”, entonces durante cinco años conocieron, ahora tienen que saber hacer. Y en el práctico mi función es ésta, trasmitirles cuál es la realidad.

PP: ¿Y qué perspectiva del abogado penalista tienen los alumnos cuando llegan a tu comisión?

APD: Es netamente utópica, está más ligada a lo que cree un lego; a pesar de tener cinco años en Facultad, piensan que un penalista es alguien que pelea todo, que es prepotente, que se lleva a todo el mundo puesto y que defiende los principios de derechos y garantías casi a los gritos en los estrados de los juzgados.

PP: Y que tiene el pelo largo y habla con la boca torcida…

APD: ¡Claro! (ríe); en realidad se dan cuenta que por lo menos la mayoría de mis colegas que ejercemos penal, somos los que menos discutimos, los que menos peleamos y así como menos discutimos y menos peleamos, tampoco vamos a dar el brazo a torcer cuando se esté violentando algún derecho de quien defendemos, sea querella o sea defensa. Así que vienen con esa idea bastante utópica, bastante romántica y de golpe la tienen que bajar a la realidad. También ven cómo es un Juzgado, en tanto que se encuentran con estudiantes como ellos en las mesas de entradas y comprueban que lamentablemente los ponen a hablar con profesionales y no están recibidos; y que si bien atender la mesa de entradas sin estar recibidos no es un problema, sí lo es discutir con el profesional cuando no se es y te dicen cosas que no tienen nada que ver; después tiene que salir el prosecretario, el secretario a aclarar, un desgaste innecesario producto de la negligencia de la organización jurisdiccional y chocan con que no los reciben, que no está el expediente, que los derechos, principios y garantías son más una suerte de sueño del edén de la humanidad que la realidad social; ahí dicen: ahhhh…; y se empiezan a cuestionar incluso el derecho penal y si les gusta o no les gusta; bueno es un año…

PP: ¿Y los casos que se te presentan en tu consultorio jurídico, qué tipo de delitos abarcan?

APD: En general los delitos que me llegan en un 60% o 70%, son del tipo criminal, delitos que superan la máxima de 3 años, después hay de todo, desde menores, contravenciones, faltas, federal y los ex correccionales que pasaron a la Justicia de la Ciudad, pero el 70% de los casos son delitos criminales y defensas. En general, desde hurto hasta homicidios y violaciones; los últimos dos juicios orales que tuve fueron querella por homicidio en ocasión de robo.

PP: ¿Cómo vive un alumno tuyo un juicio oral?

APD: Es como la primera noche de amor (ríe); el juicio oral es el punto más alto de la pasión y el romanticismo, entonces lo viven con mucha ansiedad. Y yo personalmente en la cátedra los preparo a los alumnos para la oralidad; mis exámenes, mis exigencias y todos mis retos, que son muchos, apuntan a la oralidad; porque como dijo un profesor mío, muy sabio, no escribimos como hablamos ni hablamos como escribimos; y sin dudas el juicio oral es lo que el alumno más quiere llegar a aprender, tiene fantasía, es como decir la primera noche con el amor de tu vida, haberlo encontrado y que sea la primera noche y para siempre, es una cosas así, es totalmente pasional, romántico. Y bueno… los hago participar de juicios orales para que vayan a ver y que observen que por ahí cosas que les parecían muy difíciles y no son tanto y cosas que parecen muy fáciles y ligeras, como saber hablar, son mas difíciles; saber hablar bien en un debate es superlativamente difícil.

PP: ¿Pero qué participación tienen ellos?; sabido es que no pueden hablar porque que no son profesionales.

APD: Ellos preparan el juicio oral siempre con la guía nuestra; en los últimos dos, a los alumnos que yo consideré que más merito habían hecho, fueron como secretarios al lado mío, me lo permitió la jurisdicción y estaban como un abogado más. Así, lleve una alumna y un alumno y en ambos casos; cuando empezó el debate me miraron y no lo podían creer, me decían “no soy abogado y esta fue la fantasía de mi vida; los cinco, seis años que leí, que escuché en la Facultad un montón de cosas que después no son tan ciertas y lo estoy viviendo ahora…” eso era lo que me transmitían.

PP: Vos una vez contaste: “tuve un juicio oral… anoche no dormí y mis alumnos tampoco… ¿Cómo fue eso?

APD: Fue una querella en la cual hubo condena por un homicidio en ocasión de robo; los últimos tres días, como la defensa se mandaba sus manejos tácticos, casi no dormimos; o sea que los alumnos siguen la causa como si fueran profesionales, no hay que dormir, no se duerme, no hay que comer no se come. El fin es asistir a la persona que estamos patrocinando, dando lo mejor de sí, sabiendo que todos nos equivocamos, que todos tenemos errores, pero también así como todos nos equivocamos y todos tenemos errores todos podemos dar lo mejor de nosotros, entonces al alumno le exijo… ese día no durmió nadie (recuerda con una sonrisa).

PP: Aparte de la defensa técnica en sí, de esa cosa romántica que vos hablabas del defensor, ¿vos ves que estos futuros abogados van ganando algún compromiso con el sistema penal, con el derecho penal mínimo, con los derechos humanos?

APD: Mencionaste dos cosas para mí claves en este momento, no sólo en la Argentina si no en la humanidad, el derecho penal mínimo y los derechos humanos. Los alumnos después de esta desorientación inicial que te comenté entre lo que le explicaron y la realidad, pasados los primeros 3 o 4 meses, viven un momento en el cual entienden, como se dice vulgarmente, los gajes del oficio, las reglas del trabajo; y toman desde el lugar de la realidad un compromiso, que los lleva a madurar como profesionales; los míos, luego de cuestionarme mucho el método, las clases y decirme importantes barbaridades (sonríe) -se los permito siempre que haya respeto- y que veían al derecho penal desde un ángulo no derechos humanos, no minimalismo, sino desde una postura inquisitiva, lo que sería el lugar de una querella ciega sin importar si lo hizo o no lo hizo, al final me han reconocido que en realidad el compromiso es con la legalidad, con el garantismo, no importa de qué lado estés (suspira complacido).

PP: ¿Por qué crees que sucede esto?

APD: Porque lo que se divulga socialmente; en cualquier lugar de divulgación social está todo tergiversado, porque generalmente no hablan especialistas técnicos. Desde el lado de nosotros los docentes y los profesionales, no se trasmite bien la búsqueda de la aplicación de la ley (advierte mirando seriamente), la ley es la garantía como corresponde y de ahí surge ese compromiso, no importa si el día de mañana yo termino en una fiscalía, término como juez, o si sigo esta cosa romántica del arte de la defensa; el compromiso es con la garantía, y la garantía es la ética, es la moral, es el bien social; creo que la legalidad, el garantismo, la ética y la moral, es parte de una bondad aceptada socialmente, es como una partecita de un futuro deber ser, y ahí es el punto donde busco el compromiso del alumno con minimalismo y los derechos humanos. En lo personal yo soy más un minimalista, que un abolicionista. Creo que las sociedades evolucionadas van a buscar más un derecho penal mínimo, pero necesariamente para eso se tiene que hacer mas fuerte el derecho civil, el comercial, el laboral… porque a mí no me interesa que vayas preso, si que me pidas disculpas, que me pagues o que me devuelvas lo que es mío; cárcel no, pero es hasta un principio filosófico, vos tomaste algo que no te corresponde que el derecho se encargue de que eso vuelva a su dueño.

PP: ¿Y Cómo buscas transmitir ese pensamiento a tus alumnos teniendo en cuenta que vienen de una realidad y se encuentran con otra, que salen del aula y se encuentran con los amigos, con la familia, la novia, la televisión, los diarios?

APD: Es difícil teniendo en cuenta que yo sólo los veo seis horas por semana…(se lamenta); pero bueno, buscamos en la cátedra un dialogo permanente en este sentido, que vengan y cuenten, los mandamos a hablar a las mesas de entrada, con fiscales… y cuando vuelven, llegan desanimados, prácticamente pareciera que vienen deslizándose por el piso; luego llega el fin de semana y cuentan en su casa algún caso que estamos tratando y les dicen que es horrible… que son parte de los delincuentes; toda esta estigmatización de que si estás investigado por una causa ya sos un delincuente. Y buscamos el dialogo, que pregunten, y que expresen lo que piensan ellos; entonces, a veces manifiestan que no les gustaría defender a alguien que cometió un delito; Y ahí está el trabajo de uno: aclararles esa fantasía que tienen acerca de ser penalistas, sacarlos del misticismo de que uno tiene que descubrir la verdad. No porque se sienta románticamente al Derecho Penal se puede tener actitud de abogado penalista; tiene que ser en todo plano: el ideológico y de conducta y ahí está la ética, el de la coherencia como dice el Buda: “recto pensar, recto hablar y recto hacer…” y eso es la ética del penalista.

PP: ¿Y en la práctica cómo intentás aclarar esa fantasía romántica de la que hablás?

APD: Bueno, trato de hacerlo con el contacto de los alumnos con la realidad: en la mesa de entradas del Juzgado, haciendo escritos, yendo al CUD (N de R: Centro Universitario de Devoto) para que tengan diálogo con la gente que todavía está cumpliendo condena y estudian. Lo mismo ocurre cuando hablan con un imputado que no está detenido y que puede ser culpable, donde el diálogo es permanente y continuo; Pero bueno, sino te gusta no podés ser penalista. Mirá, te lo puedo graficar con un ejemplo, citando el caso de una ex alumna, que en estos días está defendiendo su tesis de doctorado, que ya ha dado algunas charlas en Alemania. Ella tuvo un caso en el práctico en el cual tuvo que hablar directamente con el imputado, que se decía autor del delito, no recuerdo cuál, pero si que era grave y además estaba enfermo de HIV. Bueno, ella no soportaba la situación, venía muy deprimida…evaluamos sacarle la causa pero finalmente decidimos contenerla clase a clase, porque ella estaba buscando cuál era su lugar en el Derecho Penal. Finalmente a fin de año hablamos y me dijo que ella no podía ejercer, que difícilmente se bancaría la espera de una excarcelación; entonces concluimos que ella era una dogmática que le gustaba pensar el Derecho Penal, pero no la práctica… y así fue.

PP: ¿Cómo es la salida laboral de los alumnos?

APD: Es muy acotada. Se desaniman cuando ven la realidad de pago del cliente; por eso les explico que quizás tengan la suerte de principiantes de que un familiar les pase un caso importante, que hagan una defensa brillante y que cobren bien… pero pueden pasar seis meses sin que vuelvan a ver un peso más; por eso ellos al principio buscan algo estable, incluso ejerciendo otra rama del derecho, buscando asociarse para no lanzarse solos.

PP: ¿Qué piensan de los abogados mediáticos y de la cifras en danza?

APD: Al principio tienen la idea de que ser mediático es ser buen abogado, lo cual no siempre es así y que los honorarios que van a cobrar son similares a esas cifras (suspira lamentándose); después ven que el “mediático” es una forma más de ser abogado, casi de estrategia y táctica y que esos honorarios no son de todos los meses (sonríe). Recuerdo que en la época de Cóppola yo decía: “Uhhh… mirá lo que debe haber cobrado… se compró todo el estudio…”

PP: ¿Qué piensan de los Jueces y del Sistema Penal actual?

APD: Ellos perciben que hay una costumbre inquisitiva instalada entre nosotros que a veces aflora; les explicamos que esto existe desde el inicio del Derecho Penal en nuestro país, desde la época del Derecho Penal español. Esto conlleva un axioma, que no es regla en todos los jueces obviamente, pero que a veces ocurre y consiste en que la acusación es semiculpa y por lo tanto hay semicárcel; a su vez les explico que todo esto convive con una Constitución liberal y con nuestro Código Penal, que para la época que se sancionó era muy bueno y lo sigue siendo, a pesar de los parches. Entonces, hablamos que el problema es la aplicación de la ley, porque existe esta costumbre inquisitiva que a veces es difícil soslayar; y que para cambiar esta costumbre inquisitiva, es preciso no un cambio de ley sino de conciencia; y además, les agrego las palabras que alguna vez pronunció mi maestro de posgrado, el Fiscal Marcelo Solimine: “Nunca hubo una política criminal nacional con coherencia con todas las provincias en todas las situaciones procesales”; por eso ellos aprenden que debe haber equidad como preludio de la sinfonía de la justicia, después el garantismo.

PP: Si hoy tuvieses que optar entre el ejercicio liberal del Derecho Penal y la docencia; ¿con qué te quedás?

APD: Hoy quiero ser más docente; sueño con vivir una docencia plena donde pueda educar no solamente a los alumnos, sino a operadores del sistema para poder cambiar las cosas de raíz; como decía San Juan Bosco, “El educador no te muestra nada, sólo te conduce”; yo quisiera conducir un cambio hacia el garantismo… minimalismo con criterio.

Así, simple y llanamente, como uno más de los tantos luchadores anónimos que diariamente tratan de mitigar la furia del Leviatán Penal sobre los más humildes, Alejandro Pérez Delgado se despide de nosotros y va en busca de sus alumnos y del próximo consultante en su Consultorio Jurídico.



[1] Periodista de Radio FM Cristal, alumno del último año de la carrera Abogacía de la Facultad de Derecho de la UBA.

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